No fue el primer fin de semana de trabajo en el que no presté atención a mis clientes hombres, pero sí la primera vez que el motivo fue un hombre en casa. El promedio de coqueteos era 1 cada 3 clientes, cada uno más insípido y menos original que el anterior, lo cual no era nada nuevo, los drogadictos son sólo pericos, repiten lo que ven en sus fantasías distorsionadas, nadie mejor que yo para decirlo…
La fantasía de una vida en el corral se veía más colorida en TRIP, suena irónico ya que fue la primer realidad en mucho tiempo que no me pareció insoportable, pero para ese entonces era la única manera en la que podía lidiar con la realidad. Además el TRIP había sido también mi primer realidad soportable desde que tenía memoria, y mi primer profesión. Mi jefe se molestó más de lo que cualquiera habría esperado, aunque tras meditarlo no pareció ilógico, ya que era temporada turística y cada segundo valía lo que valdría una hora en Otoño o Primavera.
Era un honor poder ‘repartir’ sólo en fines de semana, normalmente la gente se mudaba para trabajar de Miércoles a Lunes, y yo podía continuar con la charada que tenía por clases mientras trabajaba en la posición más colorida del Mundo Underground.
Todo empezó en la esquina, la pintoresca y temida esquina de Saint Patrick’s, un lugar ambivalente, iluminado por la campante tienda de Las Bárbaras, un grupo de extranjeras con un parecido casi paródico al Planeta de los Simios, y un comportamiento idéntico. El único motivo por el que alguien compraba ahí era que, aparte de que los burguesillos de la zona no podían dignarse a caminar más de dos cuadras, era el único lugar, gracias a que consiguieron la licencia tres días antes de que se nombrara zona residencial y se prohibieran los comercios. Fuera de la barbarie de las dueñas, nadie sentía necesidad de quejarse o insultarlas, lo cual se había convertido en el 2do pasatiempo de muchos, siendo robarles el primero, a menos que alguien tuviera la ingenuidad de pedir fiado o reclamar vuelto, o siquiera hacer un chiste en cuanto a los descaradamente inflados precios, ya que tendría una respuesta seca, cortante y lo suficientemente  grosera para ofenderte pero lo suficientemente sutil para hacerte parecer un loco si te quejabas.
Y fue ahí, en contraste a la iluminada amargura de la tienda, se encontraba la alegre oscuridad que me atraparía.
No sería el primer porro, aquel que me dieran las Margies, ya que para entrar al grupo me hice de uno y les pedí fuego. No, mis simpatizantes, el primero había sido hacía ya un buen rato. Doce años tenía, aquella tarde de Noviembre. El colegio estaba en huelga, cosa de la que nos enteramos al llegar a sus puertas, así que tuvimos un día libre, empezando amargamente ya que nos habíamos despertado temprano. Dimos unas vueltas sin rumbo al parque, nuestro último reducto de inocencia, hasta que el lobo nos vio y abrió las puertas del corral.
El aburrimiento es el modo en que Dios nos dice ‘Algo te falta’
-Dormir más horas, obviamente… – dije 
Puede ser, o ‘La mayor de mis obras’
Deberíamos aprovechar para estudiar, – dijo Mili, la dulce, dulce Mili – al menos avisar a nuestros padres.
Pueden dormir cuando mueran – dijo, y ahora me doy cuenta que nada está más lejos de la realidad – Sus padres saben donde están, en el colegio, y eso no tiene por qué ser mentira mientras no sepan otra cosa.
Nuestros papás – Mili, tan dulce, tal cambio no debería presenciarlo nadie con entendimiento, ya que no hace más que desafiar la más pura lógica – tienen que saber donde estamos… se preocupan.
No tienen por qué preocuparse si saben donde están, además ¿sus ‘papis’ – en tono sarcástico, atacando a Mili – no deberían ir aceptando que están creciendo? ¿O quieren que crezcan como a ellos les parece?
-Ya estamos crecidas, y no necesitamos la preocupación de nadie – si alguna vez la hubiéramos tenido por nosotras mismas, no habría necesidad de contar esta historia, Victoria – ¿Qué sugieres? – prosiguió… hacia el polarizado de nuestras almas…
 
Un fin de semana de trabajo, fiesta y TRIP se encargaba de cualquier remordimiento o estrés… quizás demasiado bien, pero ver Stayden se encargaba de cualquier exceso de felicidad.
Angestone, la resaqueada y tambaleante Jazz bajaría dejándome a la merced de la peste, algo no muy perturbador, ya que mis sentidos estaban lo suficientemente atontados para soportar 15 minutos… Stayden, como todos los Lunes estaba gris y húmeda, alimentada por el calor de miles de cuerpos, sazonados con ajo y cultivos varios, contrastando con un dulce fin de semana de TRIP.
El camino de salida a la estación no me molestaba hacía ya muchos años, pero habiendo tenido la semana anterior un corto paseo comparable solo al calor del TRIP, reconocí lo que siempre me molestó pero nunca quise ver, o en lo que se había convertido parte de mí… Lo que él no había visto por mí, se había vuelto mi primer preocupación… mi primer vistazo a la boca del lobo desde que estuve adentro.
Fuera de Stayden, Callsplace… el cielo gris no hacia mucho por distraer de la realidad, los mismos campesinos de las vías del tren pidiendo dinero, la clase media, apenas diferente en apariencia, más que nada por altura y acicalamiento pasaba indiferente, como si estuvieran a otro nivel.
Mi herramienta de transporte sería un autobús de la ETS (Enfermedades de Transmisión Sexual, como nos gustaba llamarles), un aparato vetusto y maloliente que se encargaría del último efecto del TRIP, un viaje a los saltos, con 3 vendedores ambulantes por kilómetro y un destino no muy alentador…
Mi casa estaba en un barrio de clase media sutilmente alta, al entrar ojerosa veía dos miradas juiciosas y una perdida… Mi tía, totalmente consciente de lo que incluía mi fin de semana juzgaba cada hesitante movimiento, pero en una cómplice negación que tenía como objetivo la armonía del hogar, y la ‘buena’ crianza de mi sobrina, la de mirada perdida, dos años, justo en el medio de la lucha caótica por el control de esfínteres.
La otra mirada juiciosa no venía de un humano, ni siquiera de un vivo… era la siempre vigilante mirada de mi madre, que observaba con una tiránica bondad que te hacía sentir obligada a ser lo mejor del planeta… 
Al diablo, estás muerta – Pensé, y ahora espero reunirme para el juicio que nunca me dio desde el Hades…
La tiranía no acaba al ver una foto, ni siquiera empieza… sólo te recuerda cómo comenzó y que no va a acabar. Era hermoso jugar a la sirvienta de esa tiranía, tal vez porque al obedecer tenía más beneficios, tal vez porque aprendería a ser la tirana algún día… Pero no, mis indignados,  los cursos de tiranía se vinieron abajo con la republicana realidad, y el refugio vino en forma de anarquía…
El efecto del TRIP casi acababa, pero una travesía tan directa a la realidad arruinaría todo, los frutos de mi fascinación por la botánica, con un toque de piromanía, se encargarían… dos horas volando hacia el sueño y, tras una freudiana sesión que escaparía mi entendimiento, la realidad se presentaría suave, y casi tolerable…
Había muerto una tarde de verano, ese día le había comprado sus remedios con mi tía bajo el rayo del sol… ese tan acostumbrado a la penumbra sol, renacería ese día solo para mí, solo para despedirse de mi rayo de luz…
El corazón, le falló… a la única persona que me había enseñado a amar… Me enteré en plena resaca y los dolores se mezclaron, quizás por eso no lo sentí tan fuerte, así como no volví a sentir mi corazón…
viernes, 30 de abril de 2010
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