Debo haber perdido 2 trenes esperando que se sentara al lado mío, en mi modus operandi de cazadora pasiva.
Cuando al fin se sentó al lado mío, presentó una casi intachable fachada de confianza y mundo, sólo oponiéndose a su mirada firme y su burlona sonrisa una total falta de palabras. No pasó mucho para que encontrara la manera de romper el silencio, supongo que solo quería no caer en el cliché, algo que en cualquier otro me habría dado igual.
Fue un viaje liviano ¿Así fue el tuyo? ¿O es de los que valen la pena?
No es lo más divertido que me han dicho, ciertamente no lo que más me ha interesado, y quizás de nadie más me habría hecho voltear, y menos sonreír, pero infinitos hombres de infinitos tipos me han dicho cosas tan comunes o vulgares, que al ver a este aparente pubescente decir tales palabras, lograron impactarme.
Darnos nombres parecía un sinsentido, yo pensaba que no lo vería después de esa noche, y él pensaba que mi alma sería suficiente para reconocerme por el resto de nuestras vidas. Un breve e impreciso relato de nuestras recientes historias nos llevó a caminar por la Estación. Fue algo sobrenatural, él tenía por primera vez a una mujer prendida del brazo, charlando en confianza, sin pensar en cómo lo arruinaría, y yo tuve por primera y única vez a alguien que no prestaba atención a nadie ni nada más.
La confianza que tenía hizo que olvidara sus inseguridades pasadas, y sus inseguridades pasadas hicieron que su confianza fuera lo suficientemente inocente para perderse en mis ojos, perderse y no ver Stayden.
Tan bella y única le parecía, que no veía a los adictos inyectándose, tan dulce le sonaba mi voz, que no escuchaba a las prostitutas gritando precios, tan atento estaba a mi historia que no parecía recordar la suya propia, o que al menos desechaba algunas para hacer espacio. Al darme cuenta que, por primera vez, no le hablaba a una pared con pene, arreglé mi historia y mi vocabulario como quien arregla su cuarto esperando a un familiar adinerado, sin testamento ni mucho tiempo de vida.
Su historia tampoco estaba libre de mácula, pero aunque ocultó un par de detalles patéticos sobre su pasado, fue totalmente sincero sobre su persona.
Yo tomaba el tren Asid-E todos los Viernes y volvía todos los Lunes, oportunamente nos conocimos un Viernes, el Viernes que más tarde llegaría a mi trabajo… pero tan renuente era yo en ser puntual, y tan resignada era mi jefe que nos impactó poco esa otra hora que no trabajé. Lo acompañé a la salida de la Estación, donde tuvo su primer impresión de Callsplace, y luego, en un arrebato de valor, compartió conmigo su primer beso…
jueves, 5 de noviembre de 2009
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